La novela sentimental castellana surge hacia finales del siglo XV a consecuencia de la interrelación de una serie compleja de factores diversos. A partir de la crítica de Menéndez y Pelayo, se repite que los principales modelos de estas ficciones son dos narraciones italianas, la Fiammettta y Filocolo, de Boccaccio y la Historia duobus amantibus de Enea Silvio Piccolomini. También citó Menéndez Pidal, como fuente directa, la narración española Siervo libre de amor de Juan Rodríguez. La novela de Fiammetta proporciona a las novelas españolas el modelo de un tipo de amor, el amor pasión que produce la servidumbre de la neurosis obsesiva erótica. Por consiguiente, la “servidumbre de amor” se configura, a partir de la Fiammetta, como un leit motiv de las novelas sentimentales castellanas, tal como queda de manifiesto ya en el título de El siervo libre de amor. El leit motiv funciona también para obras de Diego de San Pedro, cómo la Cárcel de amor está simbolizado el estado anímico de servidumbre, por la materialidad de la imagen que le sirve de título.
Otra de las novelas sentimentales más importantes es Tristán e Isolda. Es un cantar de gesta que tiene lugar en la Edad Media en Europa, en los países celtas en la época de las cruzadas, y narra las hazañas de un héroe que comete una grave traición por culpa de un amor forzado por un hechizo mágico. El rey Mark de Cornualles, su tío, le manda llevarse Isolda de regreso de Irlanda para desposar con el rey. Sin embargo, ambos se enamoran en el camino y Tristán lidia una serie de batallas para llevar Isolda de vuelta.
Tristán e Isolda
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